Diez años de App Store

La tienda de aplicaciones para móviles que cambió – para mal y para bien – la cultura digital.

El 10 de julio de 2008 fue presentada oficialmente App Store, con apenas 500 apps. La telefonía cambiaría para siempre a partir de allí, porque las aplicaciones, más que los dispositivos, fueron la piedra de toque de una revolución cultural – tan perjudicial como beneficiosa, hay que decirlo – que tiene hoy a los humanos tropezándose en las calles mientras miran el celular y a las familias comiendo en silencio, cada uno con los ojos puestos sobre una app.

La visión de Steve Jobs fue fundamental en la implementación de la tienda de aplicaciones como modelo moderno de contenidos para los smartphones. Había tiendas antes de la App Store, desde luego, pero eran de terceros, no del fabricante del sistema operativo. Había tiendas para los Treo de Palm y para los PDA de Compaq y HP. Pero la App Store de Apple completó un ecosistema integrado y holístico, que incluyó por primera vez el hardware (el legendario iPhone), el sistema operativo (el laureado iOS) y las aplicaciones (la App Store), en manos de un único fabricante, y esa integración resultó atractiva para el público, porque hizo muy fácil y funcional la instalación de montones de apps, que se descargan, se usan y se borran cuando el usuario así lo desee, en segundos. La gente puede personalizar el teléfono con suma flixibilidad y las apps permiten sacar todo el jugo posible a los smartphones. Sin apps, estaríamos todavía en la era de los teléfonos para hablar.

Las tiendas de apps permitieron el florecimiento de un nuevo rol en la industria: los desarrolladores de apps. Marco Arment, desarrollador de Overcast y programador de iOS, desde hace mucho tiempo: “Desde el primer día, el App Store ha sido, por mucho, la forma más sencilla para que los programadores lleguen al mayor número posible de personas con nuestras apps. El App Store eliminó la fricción y el desgaste de establecer una distribución y sistemas de pago propios, e hizo que la programación sea más accesible para todos”. Antes de 2008, la industria del software estaba dominada por unas cuantas compañías de gran tamaño. El App Store abrió las puertas para que cualquier programador — desde las tiendas formadas por una sola persona hasta los grandes estudios — pudiera elaborar una gran idea, desarrollar una aplicación de calidad y ofrecerla sin obstáculos al creciente número de usuarios en todo el mundo.

Las apps trajeron beneficios para los usuarios de la telefoní amóvil, desde luego: una abudante, mejor dicho, una hemorragia de aplicaciones para todos los gustos, necesidades y vicios, a precios muy económicos, gratuitas y bajo el modelo “freemium” (gratis pero con pagos dentor de la app). O modelos de suscripción, o pagos de una sola vez, en fin, todoa un mercado en permanente maduración.

Hay apps de productividad, de diseño y creatividad, de educación, de entrenimiento y de salud que realmente constituyen un aporte a la gente en nuestros días. Facilitan tareas, acceso a información, monitoreo de la salud, trabajo creativo, eficiencia laboral, risas y esparcimiento, así como crecimiento personal. Pedimos un servicio de Uber, una pizza y un par de auriculares a través de apps. Gestionamos nuestras cuentas bancarias a través de apps. Las series, las películas, la música y todo el entretenimiento lo recibimos a través de apps. Linternas, radios, notas a mano, listas de compras, yoga, sexo tántrico, juegos de todos los géneros, noticias verdaderas y falsas. Hay usuarios que necesitan una app para cualquier cosa que quieran hacer. Y la encuentran!

Pero significó también la derrota de la Web y de la navegación libre sobre la Internet libre. Los jóvenes se conectan a Internet a través de apps: las más populares son Facebook, Twitter, Youtube, Instragram, etc. Son apps propietarias, sesgadas, llenas de problemas de matoeno y noticias falsas. La navegación libre sobre portales, blogs y espacios Web es cada vez menos popular, lo que afecta las posibilidades de expresión y desarrollo de iniciativas independientes en Internet. El ejemplo más claro y patético es la multitud de millennials que se enteran de las noticias a través de los sesgados filtros de las apps de las redes sociales favoritas.

Hoy tienen tiendas de apps tanto Google, para los teléfonos con sistema operativo Android, como Microsoft, para los computadores con sistema operativo Windows. Pero App Store de Apple fue la que impuso el modelo a seguir, desde hace ya diez años.

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