Las redes sociales de extrema derecha no tienen futuro

En Estados Unidos los ultraconservadores fueron expulsados de las redes sociales y decidieron crear sus propias plataformas. Pero el experimento no está funcionando.

La red social creada por Donald Trump, llamada Truth Social – ya disponible para descarga en la tienda de Apple – no es la primera plataforma de corte claramente ultra conservadora. Es toda una tendencia en Estados Unidos la aparición de redes sociales de derecha, como consecuencia del veto a los radicalismos en Facebook, Twitter y Youtube.

Recordemos que Trump fue expulsado de las redes sociales hace un año, por difundir noticias falsas y violar repetidamente las reglas de uso de las plataformas. No fue un acto de censura a ideas diferentes, sino una medida drástica de contención para proteger la democracia en Estados Unidos. Trump utilizaba las plataformas para azuzar a sus huestes fanáticas en contra del resultado electoral que llevó a Joe Biden a la Casa Blanca.  Junto con Trump fueron expulsado QAnon y muchos grupos radicales, entre supremacistas blancos u conspiracionistas  defensores del Partido Republicano, y que tenían en común la difusión de peligrosas noticias falsas y mensajes de odio.

Existen actualmente:

Gettr, creada el año pasado por Jason Miller, ex asistente y portavoz de Donald Trump. Es un clon de Twitter.

Parler, respaldada por Rebekah Mercer, una de las grandes donantes del Partido Republicano, y fundada por John Matze y Jared Thomson en Nevada en 2018.  Es la más conocida y constituye la principal tribuna del grupo neofascista Proud Boys. También es un clon de Twitter. Fue vetada de las tiendas de Apple y Android, pero puede ser descargada desde su sitio web.

MeWe, fundada en 2019, es un clon de Facebook.

CloutHub, clon de Facebook, disponible en las tiendas Apple y Android. Se define como red social para networking político.

Rumble, es un clon de Youtube y es la red social “alternativa” más antigua.

Todas ellas tienen en común estos enfoques:

– anticomunismo sesentero, el mismo de los tiempos de Edgar Hoover.

– Antivacunas. Ideas en contra de la estrategia global contra Covid-19 que van desde sostener que se trata de un montaje para controlar al mundo hasta simplemente sostener la peligrosidad de las vacunas para la salud humana.

– Conspiracionismo. Difunden que el Partido Demócrata está dirigido por pedófilos y traficantes que controlan al mundo con apoyo de multimillonarios liberales.

– Racismo y supremacismo blanco.

– Llamados a defender con las armas las ideas republicanas. De allí derivó el asalto al edificio del Congreso en enero del año pasado.

Ninguna de estas plataformas “alternativas” ha transcendido fuera del escenario norteamericano. Todas reivindican una internet libre, sin censura, en la que se pueda decir cualquier cosa – mentira o verdad – incluidas la incitación a la violencia, el paramilitarismo, el racismo y cualquier información falsa. Se auto proclaman “libertarios”.

Trump y los republicanos radicales alegan que las big tech (Facebook, Google, etc.) pertenecen a empresarios centro liberales y hasta pro comunistas. De allí viene la pelea de Trump con Silicon Valley, que representa el nuevo capitalismo digital norteamericano. Trump defiende los intereses de antiguos grupos económicos: automotriz, petrolero, tabacalero que han sido desplazados de alguna manera, del corazón económico norteamericano.

¿Tendrá futuro la red social de Trump?

Prácticamente nació moribunda. STras un efímero interés público sufrió un desplome rápido. La explicación se encuentra en razones más preofundas que los accidentes tecnológicos que fueron mencionados por la prensa norteamericana. Es más interesante observar otros aspectos del fenómeno:

Cuesta demasiado dinero. Analistas del negocio tecnológico opinan que será difícil que pueda prosperar. El negocio de las redes sociales está muy consolidado alrededor de seis grandes marcas (Facebook, Instagram, Twitter, Youtube, Linkedin y Tik Tok) en las que los fondos de inversión han puesto sumas descomunales durante la última década. Se necesitan enormes cantidades de capital para para construir esas redes.

Dificultad para expandirse más allá de Estados Unidos. Las plataformas de derecha solo han logrado vivir dentro del internet norteamericano. Por fuera tienen muy poco eco. Un ejemplo: El partido de extrema derecha español Vox tiene cuentas en Parler, pero no pasa de 2.500 seguidores.

Regulaciones y control social. Las regulaciones que muchos países están preparando sobre las big tech y sus contenidos polarizantes y tóxicos, caerán también sobre las redes de derecha, desde luego.

Audiencias limitadas. Es poco probable que grandes masas de usuarios de las redes sociales las abandonen para migrar a estas plataformas “alternativas”. Quedarían aislados, lo que no coincide con la conducta sociológica de las audiencias de las redes sociales, que buscan estar en donde está la mayoría. Se preguntaba el diario El País si habrá suficientes odiadores para tantas plataformas de odio.

 

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