¿Por qué un blog de tecnología?

La información tecnológica ha de tratarse con espíritu crítico y reflexión reposada.

Colegas y amigos, y hasta sobrinos millennials, me han preguntado ¿por qué insisto, justo en la era de las redes sociales, en un blog? No voy a pecar de purista, pero hay que decir que me enerva la evanescencia de la interacción en las redes sociales, territorio de todo lo bueno, pero especialmente de todo lo malo que ha escupido la cultura digital de nuestros días. Como periodista especializado en información sobre tecnología, me he sumado a la ola de comunicadores que estamos divulgando en nuestros canales la crítica de las infamias que en las grandes plataformas de redes sociales se cometen por estos días. En mis páginas en revista SEMANA he publicado numerosos artículos durante los últimos años relacionados con tecnopolítica y las artes oscuras de la manipulación de las conciencias en Internet, que partidos políticos, especialmente de derecha en todo el mundo, están utilizando para torcer resultados electorales, oponerse a la paz, sembrar terror y mover el péndulo hacia el conservadurismo ideológico, la xenofobia, el racismo, el anticomunismo, la segregación y la injusticia.

En las redes hay que estar, desde luego. Porque allí merodea ese medio mundo con el que los comunicadores – no solo los periodistas sino todo aquel que sienta que tiene algo que comunicar – queremos conversar. Pero la “conversación” en las redes suele ser, con meritorias excepciones, banal, fogosa, cargada de ira y, sobre todo, más efímera que la cotización del bitcoin. Sí, ya sabemos por los grandes teóricos de las ciencias de la comunicación, que el problema no está en las tecnologías, sino en el uso social de ellas. En este caso, en el enfoque de capitalismo salvaje que las grandes compañías tecnológicas que están detrás, han dado a sus plataformas, y en el pobre aprovechamiento que los usuarios hacen de ellas; para no repetir lo de la macabra manipulación de las redes sociales por los poderosos, que ya mencioné más arriba.

Lo que publicas en tu blog es tuyo. Tu eres el editor, el curador y el pensador.

El blog, que tuvo su época dorada a comienzos del siglo 21 y entró en desuso justo a la par de la emergencia de las redes sociales, permite en cambio varias cosas que me encantan: una, el lenguaje escrito. El texto. Desde luego que estoy al tanto de las cifras de abrumadora preferencia de la gente por los videos, en los que el contenido les llegue facilito y sin esfuerzo. Pero hay quienes nos gusta la delicia de tejer palabras y contar historias para ser leídas. Otra, el pensamiento un tris más profundo y reposado que uno construye en un blog o en un artículo para una revista, es mejor que un breve trino arrebatado y reactivo. Y otra más, el blog constituye, sea menos popular ahora que hace diez años, el espacio de libertad digital que mejor representa a la Internet que soñamos, en donde cualquier humano puede expresarse con entera autonomía.  Tus trinos le pertenecen a un señor que se llama Jack Dorsey y sus socios dueños de Twitter; tus mensajes en el muro de Facebook le pertenecer a un señor que se llama Marck Zuckerberg (y sus poderosos socios los fondos de inversión). Lo que escribes en Whatsapp y las fotos de Instagram también, porque ellos compraron esas plataformas. Youtube pertenece a un par de personajes que personalmente admiro y respeto, Larry Page y Sergei Brin, las cabezas de Alphabet Inc., casa matriz de Google. Lo que publicas en tu blog es tuyo. Tu eres el editor, el curador y el pensador.

Así que, desde luego, como periodista estoy en las redes, con poco éxito hay que decirlo, porque no me sienta bien el arte del marketing digital y no estoy cómodo con los trucos que se recomiendan para convertirse en un exitoso “influenciador”. Pero hay que estar allí, para participar en lo posible de las urticantes conversaciones que tienen lugar. Y no puedo olvidar que hay gente interesante y movimientos sociales y culturales destacados haciendo maravillas en Facebook y Twitter. El blog, entre tanto, es otra cosa.

Celebrando 17 años de su blog Denken Über, Mariano Amartino escribió hace poco: “hoy en día tener tu espacio propio sin depender de una plataforma de terceros es clave para que Internet florezca y siga siendo un espacio de innovación, creatividad y esperanza”.

Antonio Cambronero, reconocido evangelista del viejo arte del blogging, y el hombre detrás de Blogpocket recopiló entre blogueros españoles numerosas razones para mantener vivo un blog. Y traigo aquí unas cuantas que me encantaron:

“Porque es el único sitio verdaderamente mío”

“Sin un blog eres un sintecho digital, todo el día tirado en las redes sociales”

“La mejor opción para alojar contenido de calidad, dejando la inmediatez y la simplicidad de las redes sociales”

“Para ser libre”

“Una gran base de conocimiento mundial”

“En mi blog mando yo, y no Facebook, Google, Twitter o alguien que no conozco”

“Porque no podemos renunciar a la libertad de expresión”

“El blog es el ADN de la Web Social y aún no ha nacido la herramienta para reflexionar y opinar con la misma profundidad y libertad”.

Un blog nos permite hacer lo que soñábamos cuando estudiábamos periodismo.

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